jueves, 20 de junio de 2013

Satélite: ciencia ficción hecha realidad


Arthur C. Clarke en 1945, publicó un artículo científico titulado "Repetidores extraterrestres". En este artículo Clarke proponía el uso de satélites como repetidores para que las emisoras de televisión pudieran tener una cobertura mundial. Entonces solo existían los satélites naturales: las lunas.
En 1957 los soviéticos pusieron en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik I. Por la competencia que EE.UU tenia con Rusia, hizo que los norteamericanos pensaran en satélites de comunicaciones que diesen la vuelta a la Tierra cada 24h, como dijo Clarke. Si además su órbita se sitúa sobre el ecuador, entonces esos satélites se ven desde la tierra siempre en el mismo punto del cielo, con la gran ventaja de que las antenas parabólicas que apuntan hacia ellos pueden estar fijas.
Un satélite tiene que estar a una altura de 35.786 km para mantenerse en esa órbita geoestacionaria y girar con la misma velocidad con la que rota la Tierra.
El 20 de julio de 1969, 500 millones de personas de todo el mundo siguieron en directo la retransmisión de los primeros pasos de un ser humano sobre la Luna, gracias a que pocos días antes se había completado el primer sistema global de comunicaciones por satélite.

Como homenaje hoy se conoce como "órbita Clarke", a la órbita geostacionaria en la que circulan también satélites meteorológicos, de comunicaciones y militares, pero no los de localización por GPS.
Google Earth cambina imágenes de la Tierra obtenidas desde satélites con fotografías aéreas y con representaciones en 3D de datos de información geográfica. Esta última tecnología, la de los Sistemas de Información Geográfica (GIS), representan bases de datos sobre mapas digitales cuyo análisis tiene múltiples aplicaciones.

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